A finales de 2016 las cosas en el departamento de operaciones no funcionaban muy bien, había uno de los equipos en los que la gente no estaban cómodos con su mánager. Realmente había desarrollado un buen trabajo durante bastante tiempo, pero con el crecimiento del equipo, las cosas habían comenzado a ir mal.
Creo que en las startups esto es relativamente normal; una startup que crece a buen ritmo evoluciona mucho en 1 año y hay gente que puede adaptarse y disfruta y aporta en las primeras fases, pero no en la siguientes (de hecho esto puede pasar incluso con los fundadores). Pensándolo ahora en retrospectiva, también es probable que hubiéramos debido invertir en formación para los mánagers.
Sabíamos que debíamos despedir a esa persona, pero se hacía duro porque nos había ayudado mucho en el progreso de Nautal y, además, era muy buena persona… pero su equipo se estaba desmotivando y no podíamos fingir que todo estaba bien.

Intentamos corregir la situación, ayudando a la persona a mejorar sus skills de mánager, pero cada vez la situación era más tensa. Además, cuando las cosas comienzan a ir mal, la comunicación, que sería la única herramienta para arreglarlo, empeora, porque la gente comienza a ser menos transparente.
Llegó el día en el que decidimos ejecutar una decisión que ya habíamos tomado, pero que se iba retrasando sin ninguna causa más allá de que hacer cosas que no apetecen da pereza. Finalmente le dije a la persona, ¿podemos ir a una sala a hablar?
Llegamos a la sala y le dije de la mejor manera posible la decisión que habíamos tomado. Yo también estaba muy nervioso, está claro que no montas una empresa para estos momentos, pero van en el pack.
En el momento de decírselo, de repente se relajó y dijo “si, yo también creo que es lo mejor”.
Probablemente ya se lo esperaba, habíamos tenido ya varias conversaciones y, adicionalmente, cuando las cosas no funcionan, quien está llevándolo tampoco está disfrutando.
Tal vez ella también quería dejarlo pero, igual que a nosotros, le sabía mal por todo lo que había pasado y lo que había crecido profesionalmente con la empresa, o tal vez prefería que la despidiéramos que no dejarlo. Yo realmente creo que ella tampoco estaba cómoda, pero no daba el paso, como la relación de pareja que no está bien, pero nadie lo deja (hasta que uno de los dos se enamora de otro).
Ahora en Nautal llevamos por desgracia unos cuantos despidos ya. Algunos han tenido una reacción más tensa al ser comunicados, otros han sido casi una conversación natural, pero si hay algo en común en todos los despidos que he tenido que hacer es que nunca me he arrepentido de haberlos hecho, ni he pensado que lo había hecho demasiado pronto, al revés, siempre ha generado un desahogo y las cosas se han comenzado a enderezar.
Hay un dicho entre las startups que dice “contrata lento y despide rápido”. No puedo estar más de acuerdo.
Obviamente si algo no va bien debe intentar corregirse, pero cuando lo tienes claro es mejor hacerlo cuanto antes. Los despidos pueden ser traumáticos, pero las alternativas: dejar que el problema se enquiste o quitar responsabilidades a la persona son claramente peores caminos.