Estaba llegando a la oficina y recibo una llamada de un manager, había tenido una fuerte discusión con un empleado suyo y me hacía elegir “o él o yo”, dijo. Mientras hablaba con esta persona, me intentaba contactar la otra, para básicamente decirme lo mismo.
La verdad es que yo nunca había trabajado la inteligencia emocional, mi estandarte era la transparencia, y siempre había visto la inteligencia emocional como una suerte de manipulación. Yo era plano, y trataba a todo el mundo igual y la gente me respetaba y confiaba en lo que yo decía.

… pero para resolver esta guerra mundial, esto no era suficiente.
En ese momento tenía un problema. A mi entender los dos empleados eran cruciales para el éxito de Nautal y no había ningún problema de que hubiera una falta de valores por parte de ninguno que les imposibilitara seguir en Nautal. Pero no podían trabajar juntos en ese momento, el empleado era muy directo en sus comentarios y el manager lo veía como que no se respetaba su autoridad y al final fue el manager el que tuvo una salida de tono importante.
Muchas veces, cuando no sé qué hacer, lo que hago es preguntar a gente en la que confío. En este caso llamé a Gabriel Prat, una de las pocas personas que conozco con tantas capacidades técnicas como emocionales, una gran humanidad y que ya nos había ayudado haciendo de coach en Nautal.
Su mensaje fue básicamente que no podía imponer a alguien que cambiara, que tenía que decidirlo él mismo. Y que no serviría de nada que yo le dijera al manager, que ciertamente se había pasado elevando el tono de voz, que rectificara, porque aún estaba con toda su coraza puesta y la espada en la mano.
Lo que me propuso fue lo contrario, decirle a esa persona que, para mí, él era lo más importante y que yo quería que estuviera a gusto, y que a pesar de que la otra persona fuera esencial para la supervivencia de Nautal, si él lo quería la despediríamos.

En seguida, su actitud cambió, dijo que no, que lo importante era Nautal, y que ya lo gestionaría para llevarse mejor con esa persona.
Poco a poco he ido aprendiendo la utilidad de la inteligencia emocional. Gestionar a todo el mundo de la misma manera no es eficiente. Hay gente que prefiere el reconocimiento, gente que prefiere retos y aprender, gente que quiere progresar, gente que quiere tranquilidad… Sencillamente tratar a todos igual lleva a dos consecuencias, que no sacas lo máximo de cada uno y que acabas creando un ejército de clones, porque sólo los que sean iguales a ti se sentirán a gusto, y la diversidad aporta mucho.
Recuerdo un anuncio de cuando era pequeño, salía una persona en una máquina expendedora hablando de que por cada lata de Pepsi, creo que era, se daba unos céntimos a causas benéficas y se planteaba que eso era una acción de márketing y que lo hacían para vender más, por lo que probablemente eso no tenía valor para la empresa, pero la conclusión era, si al final se produce algo bueno, qué más dá cuáles sean los motivos, y compraba la lata.
Lo mismo pasa con la inteligencia emocional, posiblemente, como manager, al hacerlo saques lo máximo de cada persona, pero eso también produce que esas personas sean más felices, por lo tanto… ¿es malo que uses la inteligencia emocional si mejora la empresa y hace más feliz al empleado? Ahora creo que no y trato de seguir aprendiendo a mejorarla.
Este post forma parte de la serie que nos va a llevar a conocer toda la historia de Nautal, desde su creación a su venta y más allá. Si queréis ver los capítulos que nos van a conducir en este camino, mira el índice la de historia de Nautal.
Cert, molt cert, gràcies.